El artículo de hoy pretende responder a preguntas que oímos o nos hacemos sobre la relación entre el movimiento y el aprendizaje. ¿Cuántas veces hemos escuchado o dicho “estate quieto y atiende”? ¿Están relacionados la habilidades motrices con el proceso de aprendizaje? ¿Cuál es la verdadera importancia del movimiento? ¿se puede aprender jugando? Niños con dificultades en el aprendizaje y en las tareas académicas acuden a sesiones de terapia ocupacional infantil para mejorar sus habilidades y donde el juego es un gran protagonista.
Las terapeutas ocupacionales Mary Sue Williams y Sherry Shellenberger son grandes conocedoras de la importancia de la autoregulación. De hecho, diseñaron un programa en el que enseñan a los niños a prestar más atención a su nivel de alerta y donde aprenden a utilizar actividades de movimiento y carga sensorial para mantenerse en un estado regulado o de alerta óptima. Williams y Shellenberger publicaron la pirámide que acompaña a este apartado y nos enseña cómo se organiza el aprendizaje. Cabe destacar que esta imagen nos ayuda a ver al niño como un todo, formado por diferentes partes que lo completan. Además, lo positivo de esta imagen es que de un vistazo podemos darnos cuenta de qué capacidades están en la base y sustentan a las demás, y qué habilidades son más específicas y necesitan de unos aprendizajes bien establecidos.
Me gustaría comentar que otros autores han completado o realizado su propia versión de dicha pirámide, Lázaro y Berruezo en 2009 decidieron incluir otros conceptos en algunos de los niveles, ahora añadiremos sus propuestas. Estos autores, doctores en Pedagogía publicaron un extenso artículo en la revista iberoamericana de Psicomotricidad en mayo de 2009. A continuación, vamos a analizar la pirámide con mayor detenimiento según los niveles propuestos.
Este nivel tiene lugar durante el primer año de vida del peque. Es la base de la pirámide, el sistema nervioso central del niño está estrechamente relacionado con los sistemas sensoriales que son: olfato, sistema visual, auditivo, gustativo, sistema táctil, sistema vestibular (es responsable de darnos información sobre movimiento, posición de la cabeza y orientación espacial; también participa en las habilidades motoras que nos permiten mantener el equilibrio, estabilizar nuestra cabeza y cuerpo durante el movimiento y mantener una postura, es por ello, imprescindible para el movimiento normal y el equilibrio) y sistema propioceptivo (da información al cerebro de la discriminación y localización de las partes de nuestro cuerpo, se encarga de la graduación de la fuerza y de reacciones posturales, entre otras fuciones) . Otros autores hablan de un octavo sistema sensorial que es la interocepción, el cual se localiza en nuestros órganos internos y nos informa de las sensaciones de nuestro cuerpo, como pueden ser el dolor, la temperatura, hambre, sed, necesidad de ir al wc...
Se sitúa de 1 a 3 años de vida. Un adecuado desarrollo sensoriomotor está basado en el correcto registro y procesamiento de la información sensorial de los sistemas sensoriales mencionados en el nivel 1. El desarrollo motor sensorial incluye: seguridad postural, coordinación e integración bilateral (capacidad de coordinar ambos lados del cuerpo para desempeñar una actividad de manera organizada), planeamiento motor (es la organización de pasos necesarios para realizar una actividad; además, forma parte de la praxis), esquema corporal, maduración e integración de reflejos y habilidades de discriminación sensorial. Otros autores incluyen o reformulan en este nivel: equilibrio y coordinación dinámica, tono y relajación, capacidad de integración sensorial, conciencia lateral y conciencia de respiración.
Comprende de 3 a 6 años. Este nivel se apoya sobre las capacidades del desarrollo sensoriomotor. Aquí se incluyen: la coordinación ojo-mano, control oculomotor (movimientos controlados de los ojos), ajustes posturales, habilidades auditivas y del lenguaje, percepción visoespacial y funciones de atención y concentración. Otros autores sitúan y reformulan en este nivel: estructuración espacio-temporal, coordinación visomotriz, imagen corporal, percepción del propio cuerpo y habilidades del juego simbólico.
Esta etapa va desde los 6 a los 12 años. Se incluyen en este nivel las actividades de la vida diaria (actividades como vestido, aseo, comer, uso del WC, juego…), la conducta y el aprendizaje académico. Otros autores reformulan e incluyen en el cuarto nivel: motricidad fina, autonomía personal, capacidad de inhibición motriz y en lo más alto de la pirámide sitúan la conducta adaptativa (concepto utilizado también en el enfoque de la integración sensorial).
Gracias a la ayuda de esta pirámide y al interés por entender mejor a tu hijo o alumno (si eres un profe y has llegado hasta aquí), nos podemos hacer algunas preguntas y obtener ciertas respuestas gracias a cómo creemos que se organiza el aprendizaje. Vamos a imaginarnos dos niños y vamos a intentar analizar y comprender cómo están impactando las dificultades que presentan estos niños. Además de ver hasta dónde pueden llegar en la base de la pirámide e, incluso, imaginar cómo pueden afectar estos desafíos en el futuro.
Tiene mucha dificultad en las actividades manipulativas, no se le da bien escribir, no le gusta colorear, le cuesta cortar con tijeras y tiene muy mala puntería.
Todo esto son habilidades que se encuentran dentro del nivel 3, el desarrollo perceptivo-motor. Lo que observamos aquí, por lo que cuentan, es que Javier no muestra buen control oculomotor y su coordinación ojo-mano no es muy precisa. Esto tiene dos lecturas que se complementan:
B.- Lucía
Presenta bastantes problemas para aprender a vestirse, no suele aprender rápido las actividades nuevas, se mueve de manera insegura y parece algo “torpe” en sus movimientos.
Según esta información sobre Lucía, podríamos situar algunas dificultades en el nivel 4 (actividades de la vida diaria) y otras se encuentran en el nivel 2, es decir, desarrollo sensoriomotor. Podríamos decir que hay dificultades en el planeamiento motor, no sabe qué pasos tiene que hacer su cuerpo para lograr aquello que quiere, por ejemplo, cómo colocarse, agarrar la prenda, cómo manipularla, qué paso va antes y cuál después. Cuando Lucía intenta, con bajo éxito, realizar una tarea podemos imaginar que debe sentirse frustrada, enfadada y con sensación de derrota, que influye en su autoconcepto y autoestima; esto incluso, lo podríamos situar en conducta (nivel 4).
Al desenvolverse de manera torpe podemos preguntarnos si la niña tiene un buen esquema corporal y podríamos asegurar que presenta una baja seguridad en su postura. Lucía no aprende de manera rápida las actividades o juegos nuevos. Probablemente, tenga tendencia a querer jugar con las mismas cosas, aquellas que ya controla y maneja y que están dentro de las cosas que se le dan bien, por tanto, le hacen sentir bien y le alejan de esa frustración ante los fallos en su aprendizaje, que, quizá, los viva como fracasos. Lucía podría ser, en el patio del colegio, de las que mandan en el juego para poder hacer lo que ella domina, podría ser también la que está apartada y no sabe cómo participar en los juegos de los demás...
Deberíamos revisar niveles más básicos para poder centrar más concretamente esas dificultades que presenta y saber cual es el origen de las mismas. Sin embargo, debemos ser conscientes que puede tener problemas al adquirir otras habilidades que se sitúan por encima en la pirámide.
No olvidemos que las capacidades se van construyendo unas sobre otras, si la pirámide tiene una base mal cimentada, los aprendizajes que vayamos adquiriendo se van a tambalear.
¿Conoces algún niño como los que hemos descrito arriba? ¿Te resulta familiar? ¿Puedes pensar en alguna dificultad que observes en tu peque y situarla en la pirámide? Si eres profe, ¿puedes pensar en algún alumno en concreto y nombrar su dificultad? ¿La encajas en algún nivel de la pirámide?
Espero que hayas encontrado este artículo útil, si tienes alguna duda por favor ponte en contacto conmigo AQUÍ.
Referencias y fuentes consultadas:
https://8ymedia.com/wp-content/uploads/2017/01/La-piramide-del-desarrollo-humano-2.pdf